jueves, 6 de noviembre de 2014

LaRazónToday  Ciencia

NUEVOS DESCUBRIMIENTOS EN ATAPUERCA: ARSUAGA NO ES TAN GUAY
Operarios de Radiotelevisión Española  instalando el escenario donde Arsuaga comentará el curso de las excavaciones





"Sus dedicatorias son de lo más sosas" –revela uno de sus ex alumnos

"Decir cocreta en vez de croqueta es lo que más puede enfurecerme de un paleontólogo" –afirma otra de sus colaboradoras

"Y si ha comido algo con ajo, mejor no te le acerques" -explica un colega con el que coincidió en un congreso





Los sensacionales descubrientos que asombran al mundo en el celebérrimo yacimiento burgalense no paran de sucederse: Así, la eminente primatóloga neozelandesa Briggite Whonehouse, en su nuevo trabajo de inminente aparición: ”Los gorilas y yo misma”, dedica uno de sus capítulos a las visitas que realizó al complejo arqueológico de  Atapuerca,   en la que  se contienen sorprendentes alusiones a sus encuentros con el prestigioso paleontólogo Juan Luis Arsuaga, director científico de las excavaciones, en las que no deja en muy buen lugar al científico español, al que, por ejemplo, reprocha su sempiterna costumbre de hablar siempre con un palillo en la boca, o que se quedara sistemáticamente dormido cuando le pasaba las diapositivas de sus trabajos de campo en el cuerno de África investigando gorilas.

“De acuerdo con que se las pasaba después del cocido maragato, sí, pero es que no veas qué ronquidos” -afirma la prestigiosa científica.

“Y lo peor eran los perdigones -añade en otro párrafo la insigne primatóloga- Cuando decía polipéptido o protoplasmático había que tener cuidado con ponerse cerca. Era como una ametralladora. “

Juan Luis Arsuaga durante una fiesta de Halloween, donde
aprovechó su fama para entrar gratis y no pagar las consumiciones 

Colaboradores habituales del eminente científico han confirmado las palabras de la primatóloga y, sin llegar tan lejos en sus apreciaciones,  todos ellos han venido a coincidir en que el reputado paleontólogo, fuera de los focos,  no es tan guay como la gente se piensa.

“Para nada –afirma Conchita Molpeceres, que estuvo dos años de becaria encorvada en una pequeña oquedad vertical del yacimiento, en la Sima de los Huesos, junto a los contenedores- Todo el día agachada en la arena, rasca que te rasca con el cepillito de dientes, y cuando se acercaba Arsuaga, lo más que te preguntaba era si tenías un euro suelto para la máquina."

"Llegaba todos los días al yacimiento con el móvil en la mano o leyebdo el Marca –confirma otra becaria que no quiere dar su nombre porque está a la espera de que le contesten el currículum – y si no tenías cuidado se tropezaba con los palos y te arruinaba el trabajo del día. Yo ya, cuando se acercaba, me ponía delante con cualquier excusa para que no tirase nada."

"Cogía la espátula de separar los huesecitos y se hurgaba la oreja con ella -denuncia una tercera- No era nada meticuloso."

José Luis Arsuaga, sopesando  qué  parte del
cráneo le quedaría más jugosa para el cocido

Eso sí. Ante las cámaras la actitud del reputado científico era de una corrección exquisita. Su erudición y su capacidad de transmitir en lenguaje sencillo la envergadura de los descubrimientos hacían de él uno de los divulgadores más populares de nuestro panorama científico. Sin embargo, muchos son los que sostienen que, apagados los focos, Arsuaga se tornaba vulgar y se relajaba al punto de llegar a resultar en ocasiones ciertamente desagradable.

-Se tiraba unos cuescos que para qué las prisas. Allí en la Gran Dolina casi poto del tufo –añade un camarógrafo que le entrevistó varias veces para los documentales de Punset. –Yo al acabar recogía la cámara y me larga de allí cagando leches porque me lo conocía…

Arsuaga, secándose el sudor de
la ceja con un frontal de australopiteco

¿Verdad o exageración?  Rendidos admiradores que han seguido sus trabajos con expectación a lo largo de los años sostienen que, ciertamente, las dedicatorias de sus libros son bastante desangeladas, “Qué hay, tú”  “Espero que lo leas” o “marchando otro librejo” son expresiones muy alejadas de lo que todo buen aficionado espera de un científico de la talla de Arsuaga. Otra estrecha colaboradora que no ha querido dar su nombre, Paquita Gorrioenechea, afirma que se vio obligada a abandonar su tesis doctoral "la gonorrea en los monos machos de la gran dolina", por incompatibilidades semánticas con el laureado investigador y premio Príncipe de Asturias:

"Decir cocreta en vez de croqueta es lo que más puede enfurecerme de un paleontólogo. Y él lo hacía a menudo."



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