martes, 2 de junio de 2015

CHICOTE CONSIGUE HACER DEL "CELLER" EL MEJOR RESTAURANTE DEL MUNDO


"Todo se lo debemos a Chicote", repetían sin cesar los hermanos Roca

Gracias a "Pesadilla en la cocina" el Celler recupera el trono de la gastronomía mundial.

La Tarta de Santiago, clave del éxito de la operación.

Chopitos y Bienmesabe también contribuyeron a la recuperación de la corona.



La decisiva intervención de Chicote en la cocina del Celler, reordenando y dirigiendo a su gusto, ha conseguido que el afamado restaurante de Can Roca vuelva al primer puesto del escalafón de los mejores restaurantes del mundo, a criterio de la prestigiosa revista británica Restaurant.

-¡Gracias, Chicote, sin ti nunca lo hubiéramos conseguido! -exclaman al unísono los tres hermanos Roca.


La intervención de Chicote, decisiva para la obtención del prestigioso trofeo

El año pasado nadie daba un duro por ellos. Su descenso al número dos de la lista de los mejores restaurantes del mundo supuso un tremendo varapalo para este emblemático local, otrora referente de la gastronomía mundial. Por ello, los hermanos Roca analizaron la terrible situación y, conscientes de sus limitaciones, optaron por asumir la decisión más difícil: acudirían a Pesadilla en la Cocina y se pondrían en manos de Chicote.

Para los que no fueron testigos de aquel crucial momento, ni con el programa que emitió la Sexta ni por el especial que sacó el domingo siguiente este periódico, reproducimos aquí los decisivos pasos de Chicote por la cocina del Celler durante aquellos días memorables.


PESADILLA EN LA COCINA DE CAN ROCA  (repetición del programa de 15 de octubre)

El restaurante Celler de Can Roca es el mejor restaurante del mundo. Un festín para los sentidos. A sus salones acuden gentes de todas las partes del mundo venidos expresamente para degustar las excelencias de su cocina. Comer en el Celler es una experiencia inolvidable.

Y sin embargo…
Todo era felicidad y buen rollo en el restaurante el Celler. Y sin embargo...

Sin embargo, tras los oropeles y las apariencias de un establecimiento coronado por el éxito, el drama se cierne entre bambalinas. Una nube de congoja e inseguridad se cierne sobre los fogones del Can Roca. No es oro todo lo que reluce en el afamado restaurante. En realidad, la cocina esconde una pesadilla.

-¡Esto es una pesadilla!

La confusión se apodera del Celler. Muchos cocineros ignoran por completo 
cómo se elaboran  las sopas de ajo. Y a los quince se les ha cortado la mahonesa

El Celler de Can Roca ya no es el mejor restaurante del mundo. Su afamada cocina ya no merece los honores del galardón absoluto. Ha bajado al segundo puesto del ranking de los mejores restaurantes. En la cocina del Can Roca cunde el desánimo y la desesperación. Algunos, lo consideran una pesadilla.

-¡Esto es una pesadilla!

Para intentar solucionarlo, los dueños del Can Roca se han puesto en contacto con el programa. solicitando la ayuda de Chicote.

-Chicote, solicitamos tu ayuda.

Chicote no se lo piensa y se encamina al Celler de Can Roca, dispuesto a solucionar los graves problemas por los que atraviesa el restaurante. Al llegar, se detiene ante la fachada. Duda y vacila, porque no sabe con lo que se encontrará.
Chicote no sabe lo que se encontrará en El Celler. No obstante,
su corazón le dice que debe reflotar este restaurante en graves dificultades.

-No se con lo que me encontraré. De momento, bien. Una fachada normalita, un entorno interesante. Veamos su interior.

-Buenas. Soy Chicote.

-Chicote. Bienvenido. Somos los dueños del restaurante Celler de Can Roca. Necesitamos que nos ayudes porque últimamente este lugar se ha convertido en una pesadilla. La cocina es una pesadilla.

-¡Esto es una pesadilla!

-Bueno, tranquilidad. De momento voy a sentarme y ver qué tenéis en el menú. Lo suponía. Una carta extensísima. Así es difícil que todos los platos sean de temporada. A ver. Quiero bonsái de olivo con olivas caramelizadas, galletas de maíz con polvo de algas, almendra de yogur de cabra, y suflé de trufa con tuétano al jengibre. Y croquetas. Una buena ración de croquetas. Serán caseras.

-Caseras. Por supuesto.

-Vale. Quiero también un entrecot con guisantes de mango, y una becada al humo de la encina. Y patatas a la brava.

-Oído cocina.

-Vamos a ver con lo que me encuentro.

Chicote recela de lo que se va a encontrar. Le traen lo que ha pedido y, como se temía, se lleva una gran desilusión. Los platos no están a su gusto.

-Me llevo una gran desilusión. Los platos no están a mi gusto. A ver. El bonsái de olivo es de sobre, y el suflé de trufa es congelado. Mira la masa, se deshace en el rebozo. El entrecot. Pasado. Muy pasado. La becada, no llega ni a universitaria. Y las patatas, reblandecidas y con catchup de bote. Esto es un desastre.

Chicote se lleva una mala impresión. En su opinión, la comida es un desastre.

-Esta comida es un desastre.

-Bueno, Chicote, ¿qué te ha parecido la comida?

-¿La comida? Un desastre. Las croquetas, de pena. El bonsái, pequeñísimo. La becada, suspensa.  El cocinero se ha dormido vigilando el entrecot y las gambas tienen de frescas lo que yo de barítono. Vamos a ver la cocina.

-Por aquí, Chicote.

-Madre de Dios ¿pero qué es esto?

Chicote se lleva muy mala impresión de la cocina.

-Me llevo muy mala impresión de la cocina. Mira. Mira. Pegotes de grasa por todos lados…

Chicote ve pegotes de grasa por todos lados. Asimismo, repara en lo sucia que está la freidora.

-Mira qué sucia está la freidora. Y La campana extractora. Mierda por todos lados. Esto, ni en las ferias de los pueblos. A ver, que venga el cocinero.

Se presentan los quince cocineros.

-A ver, cocineros. Muy mal. La cocina está muy sucia. ¿Cómo podéis cocinar en un espacio tan sucio y tan mugriento?

Los quince cocineros del Cerller de Can Roca bajan la cabeza abochornados ante el enfado de Chicote, que les mira fijamente. A todos no, claro, pero a unos cuantos sí. Alguno llora. Por el fondo alguien exclama:  “¡Esto es una pesadilla…!”

-Esto, así, no puede seguir. Si queréis que os ayude, aquí, las cosas, tienen que cambiar, muchísimo. ¿Estáis dispuestos a cambiar y mejorar?

Así no podemos seguir. El bonsái de olivo es de sobre y el suflé de trufa, congelado

-Síii –contestan todos al unísono- Estamos dispuestos.

-¿Estáis dispuestos a comeros el mundo, a ir a por todas, a luchar como jabatos porque esto salga adelante?

-Síi. Claro que sí. Estamos dispuestos- contestan los quince.

-Muy bien. Pues esta noche, nos vemos. Hasta la noche

Chicote los emplaza hasta la noche para ver el restaurante en funcionamiento. Como se temía, todo es un desastre.

-Todo, es, un desastre.

Chicote comprueba que todo es un desastre. Las comandas se acumulan sin que nadie las atienda. Los cocineros van y vienen sin saber muy bien qué hacer. Se chocan unos contra otros y así se pasan chocando la mayor parte del tiempo en la cocina. Los camareros entran y salen desconcertados. No hay nadie que ponga orden en la salida de los platos.

-Las comandas, se acumulan, sin que, aquí, nadie ponga orden en la salida de los platos.

Los pedidos se demoran, hay platos que se agotan y no pueden servirse y así tienen que decírselo a los clientes.

-Los pedidos, se demoran. Hay platos, que se agotan, y no pueden servirse. Los clientes, se quejan de la demora. Algunos, se van.

Chicote constata que los clientes se quejan de la demora y que algunos se van. Chicote llama a los dueños y se reúne con ellos y con los cocineros en la cocina.

-Esto, es, un desastre. Así, no hay manera, de sacar, esto, adelante.

"¿Pero tú no sabes que las patatas hay que freirlas antes de echarlas a la tortilla?"
recrimina Chicote al cocinero jefe del Celler

Los dueños del Can Roca, apesadumbrados, bajan la cabeza. Los cocineros lloran o muerden, compungidos, las puntas de los paños de cocina. Desde el fondo alguien exclama: “¡Esto es una pesadilla!”

-Yo, así, no sé si voy a poder ayudaros. Tengo que pensármelo. Hasta mañana.

Por la mañana, Chicote cita a los dueños de Can Roca y a los cocineros en un parque de atracciones cercano. Allí, subidos en los coches de choque y en la noria, Chicote y los dueños y los cocineros hablan del futuro de Can Roca. Disparando a las bolas de anís, o montados en los caballitos, Chicote conmina a los propietarios a tomar mejor las riendas del negocio. Los propietarios bajan de los caballitos y lloran y se abrazan, conmovidos por las palabras de Chicote. Prometen hacer propósito de enmienda y cambiar. Los cocineros también lloran y se abrazan unos a otros. Hay uno que se queda impar y no se abraza con nadie, aunque lo busca con cierto desconsuelo. Chicote les pregunta si están dispuestos a salir adelante.

-¿Estáis dispuestos a salir adelante?

-Sí, Chicote, estamos dispuestos.

-Y vosotros, cocineros, ¿vais a dar una lección de profesionalidad, y pundonor, y vais a volver a hacer de Can Roca el mejor restaurante del mundo?

-¡¡Sí, Chicote!!- contestan todos al unísono. -¡¡Estamos dispuestos!!

-¡Pues adelante!

Chicote se pone en marcha y lleva a cabo unas reformas en el local. La fachada se transforma en un mesón andaluz con rejas, tiestos, y un par de cubas a la entrada. En el interior, taburetes, mesitas bajas, alicatados, grandes botijos en los rincones. Sobre las barras, ristras de ajos y de morcillas. Una garrota cuelga de la pared, con la inscripción “si no pagas, me descuelgo…” Azulejos con inscripciones igualmente ingeniosas y ocurrentes salpican las paredes. De fondo, rumores de guitarras. Los propietarios y los cocineros pasan y sonríen alborozados ante los cambios y contemplan admirados la profunda transformación del local. Alguno se palmotea las rodillas, presa de la excitación. Chicote les coloca ante una mesa en la que se disponen los que van a ser a partir de ahora los platos estrella.

-Estos, van a ser, a partir de ahora, los platos estrellas del restaurante. A ver, chopitos, calamares, bienmesabe, coquinas, acedías, chocos, salmonetes, boquerones, tomatito marinado, ensalada de garbanzos y salmorejo portugués. Con estos platos, espero, que a partir de ahora, la cocina del Celler de Can Roca, alcance la excelencia, que se merece.

-Gracias, Chicote.

-Estupendo, Chicote.

-Chicote, nos has salvado la vida.

La nueva estética del Celler de Can Roca permitirá a sus
 propietarios recuperar definitivamente el prestigio perdido

-¡Gracias, Chicote! –exclaman los quince cocineros, con la sonrisa en la cara y el júbilo en el alma. Alguno propone un hurra por Chicote, y la feliz sugerencia es rápidamente aceptada.

-¡Un hurra por Chicote!

-Hurra, hurra…

-Y de postre, la gran especialidad de la casa: La Tarta de Santiago.

-Bueno, Chicote, el postre no hacía falta que te molestaras. Aquí, a Jordi, le han nombrado el mejor pastelero del mundo.

-No, señor. Si queréis que esto progrese, tarta de Santiago. No hay más que hablar. Y el rebozo de los calamares, bien harinado, y el huevo, muy bien batido.

-Gracias, Chicote. Gracias por todo. Sin ti no sé qué hubiera sido de nosotros.

-Adiós, adiós.

-Adiós.

-Adiós a todos. Y ya sabéis, el huevo, bien batido.

-Así lo haremos, Chicote.

-¿Y de postre?

-¡¡Tarta de Santiago!! –contestan todos al unísono, cocineros y propietarios, anhelando el momento de volver a hacer del Celler de Can Roca el número uno de la cocina, cogiéndose de la mano con emoción, y saludando con la otra a Chicote, que se aleja enfundado en una bata estampada de flores. De fondo musical suenan ahora los Chunguitos...

Los cocineros de El Celler en plena celebración,  no se sabe si por
el éxito del restaurante o porque Chicote se ha marchado




2 comentarios:

  1. ¡Tal cual! ¿También eres el guionista de pesadilla en la cocina? ¡Eres un crac!

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  2. la pesadilla solo es cuando intento hacer una paella

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