"Todo se lo debemos a Chicote", repetían sin cesar los hermanos Roca |
Gracias a "Pesadilla en la cocina" el Celler recupera el trono de la gastronomía mundial.
La Tarta de Santiago, clave del éxito de la operación.
Chopitos y Bienmesabe también contribuyeron a la recuperación de la corona.
La decisiva intervención de Chicote en la cocina del Celler, reordenando y dirigiendo a su gusto, ha conseguido que el afamado restaurante de Can Roca vuelva al primer puesto del escalafón de los mejores restaurantes del mundo, a criterio de la prestigiosa revista británica Restaurant.
-¡Gracias, Chicote, sin ti nunca lo hubiéramos conseguido! -exclaman al unísono los tres hermanos Roca.
La intervención de Chicote, decisiva para la obtención del prestigioso trofeo |
Para los que no fueron testigos de aquel crucial momento, ni con el programa que emitió la Sexta ni por el especial que sacó el domingo siguiente este periódico, reproducimos aquí los decisivos pasos de Chicote por la cocina del Celler durante aquellos días memorables.
PESADILLA EN LA COCINA DE CAN ROCA (repetición del programa de 15 de octubre)
El restaurante Celler de Can Roca es el mejor
restaurante del mundo. Un festín para los sentidos. A sus salones acuden gentes
de todas las partes del mundo venidos expresamente para degustar las
excelencias de su cocina. Comer en el Celler es una experiencia inolvidable.
Y sin embargo…
Sin embargo, tras los oropeles y las apariencias de un
establecimiento coronado por el éxito, el drama se cierne entre bambalinas. Una
nube de congoja e inseguridad se cierne sobre los fogones del Can Roca. No es
oro todo lo que reluce en el afamado restaurante. En realidad, la cocina
esconde una pesadilla.
-¡Esto es una pesadilla!
La confusión se apodera del Celler. Muchos cocineros ignoran por completo cómo se elaboran las sopas de ajo. Y a los quince se les ha cortado la mahonesa |
El Celler de Can Roca ya no es el mejor restaurante del
mundo. Su afamada cocina ya no merece los honores del galardón absoluto. Ha
bajado al segundo puesto del ranking de los mejores restaurantes. En la cocina del Can Roca cunde el desánimo y la
desesperación. Algunos, lo consideran una pesadilla.
-¡Esto es una pesadilla!
Para intentar solucionarlo, los dueños del Can Roca se
han puesto en contacto con el programa. solicitando la ayuda de Chicote.
-Chicote, solicitamos tu ayuda.
Chicote no se lo piensa y se encamina al Celler de Can
Roca, dispuesto a solucionar los graves problemas por los que atraviesa el
restaurante. Al llegar, se detiene ante la fachada. Duda y vacila, porque no
sabe con lo que se encontrará.
Chicote no sabe lo que se encontrará en El Celler. No obstante, su corazón le dice que debe reflotar este restaurante en graves dificultades. |
-No se con lo que me encontraré. De momento, bien. Una
fachada normalita, un entorno interesante. Veamos su interior.
-Buenas. Soy Chicote.
-Chicote. Bienvenido. Somos los dueños del restaurante
Celler de Can Roca. Necesitamos que nos ayudes porque últimamente este lugar se
ha convertido en una pesadilla. La cocina es una pesadilla.
-¡Esto es una pesadilla!
-Bueno, tranquilidad. De momento voy a sentarme y ver
qué tenéis en el menú. Lo suponía. Una carta extensísima. Así es difícil que
todos los platos sean de temporada. A ver. Quiero bonsái de olivo con olivas
caramelizadas, galletas de maíz con polvo de algas, almendra de yogur de cabra,
y suflé de trufa con tuétano al jengibre. Y croquetas. Una buena ración de
croquetas. Serán caseras.
-Caseras. Por supuesto.
-Vale. Quiero también un entrecot con guisantes de
mango, y una becada al humo de la encina. Y patatas a la brava.
-Oído cocina.
-Vamos a ver con lo que me encuentro.
Chicote recela de lo que se va a encontrar. Le traen lo
que ha pedido y, como se temía, se lleva una gran desilusión. Los platos no
están a su gusto.
-Me llevo una gran desilusión. Los platos no están a mi
gusto. A ver. El bonsái de olivo es de sobre, y el suflé de trufa es congelado.
Mira la masa, se deshace en el rebozo. El entrecot. Pasado. Muy pasado. La
becada, no llega ni a universitaria. Y las patatas, reblandecidas y con catchup de bote. Esto es un desastre.
Chicote se lleva una mala impresión. En su opinión, la
comida es un desastre.
-Esta comida es un desastre.
-Bueno, Chicote, ¿qué te ha parecido la comida?
-¿La comida? Un desastre. Las croquetas, de pena. El
bonsái, pequeñísimo. La becada, suspensa. El cocinero se ha dormido vigilando el
entrecot y las gambas tienen de frescas lo que yo de barítono. Vamos a ver la
cocina.
-Por aquí, Chicote.
-Madre de Dios ¿pero qué es esto?
Chicote se lleva muy mala impresión de la cocina.
-Me llevo muy mala impresión de la cocina. Mira. Mira. Pegotes
de grasa por todos lados…
Chicote ve pegotes de grasa por todos lados. Asimismo,
repara en lo sucia que está la freidora.
-Mira qué sucia está la freidora. Y La campana
extractora. Mierda por todos lados. Esto, ni en las ferias de los pueblos. A
ver, que venga el cocinero.
Se presentan los quince cocineros.
-A ver, cocineros. Muy mal. La cocina está muy sucia.
¿Cómo podéis cocinar en un espacio tan sucio y tan mugriento?
Los quince cocineros del Cerller de Can Roca bajan la
cabeza abochornados ante el enfado de Chicote, que les mira fijamente. A todos
no, claro, pero a unos cuantos sí. Alguno llora. Por el fondo alguien
exclama: “¡Esto es una pesadilla…!”
-Esto, así, no puede seguir. Si queréis que os ayude,
aquí, las cosas, tienen que cambiar, muchísimo. ¿Estáis dispuestos a cambiar y
mejorar?
Así no podemos seguir. El bonsái de olivo es de sobre y el suflé de trufa, congelado |
-Síii –contestan todos al unísono- Estamos dispuestos.
-¿Estáis dispuestos a comeros el mundo, a ir a por
todas, a luchar como jabatos porque esto salga adelante?
-Síi. Claro que sí. Estamos dispuestos- contestan los
quince.
-Muy bien. Pues esta noche, nos vemos. Hasta la noche
Chicote los emplaza hasta la noche para ver el
restaurante en funcionamiento. Como se temía, todo es un desastre.
-Todo, es, un desastre.
Chicote comprueba que todo es un desastre. Las comandas
se acumulan sin que nadie las atienda. Los cocineros van y vienen sin saber muy
bien qué hacer. Se chocan unos contra otros y así se pasan chocando la mayor
parte del tiempo en la cocina. Los camareros entran y salen desconcertados. No
hay nadie que ponga orden en la salida de los platos.
-Las comandas, se acumulan, sin que, aquí, nadie ponga
orden en la salida de los platos.
Los pedidos se demoran, hay platos que se agotan y no
pueden servirse y así tienen que decírselo a los clientes.
-Los pedidos, se demoran. Hay platos, que se agotan, y
no pueden servirse. Los clientes, se quejan de la demora. Algunos, se van.
Chicote constata que los clientes se quejan de la
demora y que algunos se van. Chicote llama a los dueños y se reúne con ellos y
con los cocineros en la cocina.
-Esto, es, un desastre. Así, no hay manera, de sacar, esto, adelante.
"¿Pero tú no sabes que las patatas hay que freirlas antes de echarlas a la tortilla?" recrimina Chicote al cocinero jefe del Celler |
Los dueños del Can Roca, apesadumbrados, bajan la
cabeza. Los cocineros lloran o muerden, compungidos, las puntas de los paños de
cocina. Desde el fondo alguien exclama: “¡Esto es una pesadilla!”
-Yo, así, no sé si voy a poder ayudaros. Tengo que
pensármelo. Hasta mañana.
Por la mañana, Chicote cita a los dueños de Can Roca y
a los cocineros en un parque de atracciones cercano. Allí, subidos en los
coches de choque y en la noria, Chicote y los dueños y los cocineros hablan del
futuro de Can Roca. Disparando a las bolas de anís, o montados en los
caballitos, Chicote conmina a los propietarios a tomar mejor las riendas del
negocio. Los propietarios bajan de los caballitos y lloran y se abrazan,
conmovidos por las palabras de Chicote. Prometen hacer propósito de enmienda y
cambiar. Los cocineros también lloran y se abrazan unos a otros. Hay uno que se
queda impar y no se abraza con nadie, aunque lo busca con cierto desconsuelo. Chicote
les pregunta si están dispuestos a salir adelante.
-¿Estáis dispuestos a salir adelante?
-Sí, Chicote, estamos dispuestos.
-Y vosotros, cocineros, ¿vais a dar una lección de
profesionalidad, y pundonor, y vais a volver a hacer de Can Roca el mejor
restaurante del mundo?
-¡¡Sí, Chicote!!- contestan todos al unísono.
-¡¡Estamos dispuestos!!
-¡Pues adelante!
Chicote se pone en marcha y lleva a cabo unas reformas
en el local. La fachada se transforma en un mesón andaluz con rejas, tiestos, y
un par de cubas a la entrada. En el interior, taburetes, mesitas bajas, alicatados,
grandes botijos en los rincones. Sobre las barras, ristras de ajos y de
morcillas. Una garrota cuelga de la pared, con la inscripción “si no pagas, me
descuelgo…” Azulejos con inscripciones igualmente ingeniosas y ocurrentes salpican
las paredes. De fondo, rumores de guitarras. Los propietarios y los cocineros pasan
y sonríen alborozados ante los cambios y contemplan admirados la profunda
transformación del local. Alguno se palmotea las rodillas, presa de la excitación.
Chicote les coloca ante una mesa en la que se disponen los que van a ser a
partir de ahora los platos estrella.
-Estos, van a ser, a partir de ahora, los platos
estrellas del restaurante. A ver, chopitos, calamares, bienmesabe, coquinas,
acedías, chocos, salmonetes, boquerones, tomatito marinado, ensalada de
garbanzos y salmorejo portugués. Con estos platos, espero, que a partir de
ahora, la cocina del Celler de Can Roca, alcance la excelencia, que se merece.
-Gracias, Chicote.
-Estupendo, Chicote.
-Chicote, nos has salvado la vida.
La nueva estética del Celler de Can Roca permitirá a sus propietarios recuperar definitivamente el prestigio perdido |
-¡Gracias, Chicote! –exclaman los quince cocineros, con
la sonrisa en la cara y el júbilo en el alma. Alguno propone un hurra por
Chicote, y la feliz sugerencia es rápidamente aceptada.
-¡Un hurra por Chicote!
-Hurra, hurra…
-Y de postre, la gran especialidad de la casa: La Tarta
de Santiago.
-Bueno, Chicote, el postre no hacía falta que te
molestaras. Aquí, a Jordi, le han nombrado el mejor pastelero del mundo.
-No, señor. Si queréis que esto progrese, tarta de
Santiago. No hay más que hablar. Y el rebozo de los calamares, bien harinado, y
el huevo, muy bien batido.
-Gracias, Chicote. Gracias por todo. Sin ti no sé qué
hubiera sido de nosotros.
-Adiós, adiós.
-Adiós.
-Adiós a todos. Y ya sabéis, el huevo, bien batido.
-Así lo haremos, Chicote.
-¿Y de postre?
-¡¡Tarta de Santiago!! –contestan todos al unísono,
cocineros y propietarios, anhelando el momento de volver a hacer del Celler de
Can Roca el número uno de la cocina, cogiéndose de la mano con emoción, y
saludando con la otra a Chicote, que se aleja enfundado en una bata estampada
de flores. De fondo musical suenan ahora los Chunguitos...
Los cocineros de El Celler en plena celebración, no se sabe si por el éxito del restaurante o porque Chicote se ha marchado |
¡Tal cual! ¿También eres el guionista de pesadilla en la cocina? ¡Eres un crac!
ResponderEliminarla pesadilla solo es cuando intento hacer una paella
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