UN CABO DE LA LEGIÓN LE TOCA UN
GLÚTEO Al MINISTRO MORENÉS
El ministro, pulsando democráticamente la opinión de la Cámara |
-El reglamento militar no dice nada del asunto
-"Nada, nada, el Ejército está por encima de mi culo..."
-¿Qué es más, ministro o cabo? -preguntó el ministro, para acusar luego al legionario de abuso de inferioridad
Durante una
exhibición militar y aprovechando que el ministro se había enredado con la
cuerda con la que izaba la bandera, un cabo de la legión aprovechó la torpeza del
ministro para acercarse a él y, so pretexto de ayudarle con la bandera, plantarle toda la mano el glúteo izquierdo.
El
incidente ha sido revelado por el propio ministro, que lo esgrime como acto de
valor y sumisión a la ordenanza castrense, saliendo así al paso de su desafortunada intervención
en el congreso, donde no solo no se disculpó ante la capitana Zaina del acoso sufrido, sino que mandó callar a la diputada de UPyD, al Presidente de la
Cámara, a su compañero de escaño y a un ujier que pasaba por allí y que le acababa de dejar el Marca. Dicen
que también se tiró un cuesco, pero eso no queda recogido en el diario de sesiones.
El ministro Morenés, saludando a Don Juan Carlos momentos antes de recibir el pellizcazo del cabo Maroto. |
-A mí
también me acosaron, pero no soy un
acusica. –repuso el ministro, mientras
mandaba callar al periodista que cubría sus declaraciones –De hecho, siempre
que voy de parada militar alguien acaba metiéndome mano. ¿ Y qué? ¿ me quejo yo de eso? No, señor. Ajo y
agua. El ejército está por encima de las personas- –repuso Morenés, mientras instaba a un
reportero a que dejara de manosearle el paquete.
Sin
embargo, no es esa la versión que dan testigos presenciales del incidente, el
cabo Poyales y el sargento Machuca, que prefieren permanecer en el anonimato. Según éstos, el ministro pretendía en un primer momento demandar al legionario por
sobón, dado que tenía el glúteo al rojo vivo por el fuerte pellizco
que además le propinó, pero alguien le advirtió al ministro de que el acoso
sexual es un delito no contemplado
en el ejército.
-¡Pero si
tengo el culo en carne viva…! –reclamó el ministro en vano. El reglamento
militar solo contempla la agresión sexual como falta derivada de un abuso de
autoridad.
-¿Y qué es
más, ministro o cabo?- dicen que dijo Morenés echando mano de su sed de
conocimiento con la que intenta ampliar siempre su bagaje cultural.
De modo que
cuando le informaron que ministro es mucho más que cabo, entonces quiso interponer contra el legionario una demanda por abuso de inferioridad, pero volvieron
a informarle de que eso es algo que tampoco existe en el código castrense. El
ministro entonces se enfurruñó, comenzó a patalear el suelo y se puso a mandar callar al todo el mundo: a los guardaespaldas,
a la bandera, al asesor jurídico que le
aconsejaba, y al rey, que presidía con él las maniobras militares.
Otras
fuentes confirman que el ministro tiene mucho tirón en los cuarteles y especialmente
en los de la legión, donde sus ricitos canosos,
su machismo recalcitrante y su
fuerte aroma Dolce Cabana hace estragos
entre la tropa.
-Ahora va
diciendo que del acoso no hay que chivarse porque es de acusicas y difama al
ejército–concluye el cabo Poyatos, sacándose finalmente la hebrilla de la muela-
pero cuando visita los destacamentos sé de buena tinta que el chaleco
salvavidas se lo pone bajo los pantalones.
Morenés, intepretando a capela el tema Volare a un grupo de suboficiales de la Legión. Muchos no resistieron y le arrojaron allí mismo los gayumbos. |
Finalmente el
ministro Morenés decidió hacer de la necesidad virtud y desde entonces cada vez que le los soldados se le insinúan en
los cuarteles o le roban un beso durante las juras de bandera, va diciendo por
ahí que, si te tocan, te aguantas, porque nuestro Ejército es mucho Ejército.
No dice cuánto Ejército exactamente ni respecto a qué, pero que es mucho, eso lo dice
cada tres por cuatro.
-Mujeres
militares sí, pero en las cocinas, haciendo las paellas –le comentó finalmente
a la Reina Lieticia durante una comida castrense, antes de mandarla callar porque
hacía mucho ruido sorbiendo la sopa.
Morenés, poco antes de chistar a la reina porque hacía ruido sorbiendo la sopa. Tampocoa ella le hizo gracia que las miradas lascivas de la tropa se dirigieran mayoritariamente al ministro chitón |
Parece que la inolvidable intervención del ministro te ha fundido hasta el cálculo renal. A mi me ha dejado un permanente crujir de dientes. Pero ahora que nos has informado de que podemos tocarle las pelotas sin consecuencias, voy a sacarme pasaje a Madrid. ¡Gracias, La Razón today!
ResponderEliminarOtro dedito insolente¿Pero no estábamos ya en campaña?
ResponderEliminarAprovecha para hacerlo, que están a punto de cambiar el reglamento militar, El pergamino ya no aguanta...