Descubrimiento arqueológico

HALLADO EN MÉRIDA EL FÓSIL HUMANO MÁS ANTIGUO 

Se llama Monago y se cree un cachondo mental

Se ríe de los demás, aunque aún no de sí mismo. 

Todo apunta a que nos hallamos ante una rama emparentada con el homo antecesor

El fósil más antiguo de Europa ha sido hallado en una barriada al sur de Mérida, concretamente en el interior de un polideportivo donde el especímen en cuestión se encontraba dando un mitin electoral. El fósil era bastante rechoncho y se hallaba envuelto en un chándal amarillo, lo cual sugiere a los autores del hallazgo un cierto grado de atrofia mental. No obstante sostienen que el fósil tenía también la indudable capacidad de reírse, todavía no de sí mismo pero sí de los demás, lo que apunta a que nos hallamos ante una rama desconocida y degenerada del actual homo sapiens. 

-Su cerebro no estaba muy desarrollado, pero las quijadas simiescas y el aplastamiento orbital sugieren cierto grado de inteligencia. En cualquier caso y por la posición anómala de los músculos risorios parece que el espécimen ya tenía cierta capacidad de reírse. No de sí mismo sino de los demás, lo que constituye un rasgo primitivo que  de alguna manera le emparenta con el homo antecesor.

Era omnívoro. Enterraba a los suyos y era capaz de recorrer
grandes distancias en busca de apareamiento sexual

Los antropólogos destacan que el fósil encontrado no paraba de contar chistes de Lepe y de hacer mofa de los andaluces, lo que habla a las claras de un primitivo sentido de la cohesión social y de un notable afán de pertenencia al grupo. Es posible que enterrara a sus parientes y que viajara largas distancias en busca de apareamiento sexual. La baba encontrada a los lados de las comisuras sugiere también algún tipo de incontinencia verbal.

Reírse de los demás le causaba un gran placer. También
le proporcionaba un balsámico sentimiento de pertenencia al grupo

Otros vestigios arrojan más luz en torno a hallazgo. Un micrófono encontrado junto al  fósil les sugiere a los antropólogos la posibilidad de que lo usara para golpear con él a los adversarios y satisfacer con ello un primitivo sentido del humor, lo que le daría una cualidad más humana y menos simiesca. Le descojonaban las caídas y los chistes de gangosos. No obstante,  la rechonchez de su cuerpo y los ojos saltones delatan que nos encontramos frente un espécimen más cerca del primate que del hombre moderno.

Otros indicios hallados en torno al fósil apuntan a que fuera un cabecilla local que usara su capacidad de reírse de los demás para afianzar su liderazgo y ganar ascendente entre los suyos. Se ignora si tales maniobras lograban darle algún rédito entre su grupo tribal. La escasa envergadura y cierta deformidad craneal lo alejarían de constituir un patrón ideal de referencia, si bien los antropólogos consultados tienen sólida evidencia de que este fósil era un pagado de sí mismo y debía de creerse una especie de cachondo mental. No descartan que lo que para los demás fueran sandeces él lo tuviera por magníficas ocurrencias. Lloraba a menudo si le llevaban la contraria.

Un golpe contra un muro le ocasionó una severa amnesia. Se creía
Perico Delgado y que acababa de coronar el Tourmalet.

En definitiva, los autores del hallazgo no se ponen de acuerdo sobre si nos encontramos ante los vestigios de una rama aventajada de homo simiesco o un eslabón degenerado del hombre moderno. Pero del chándal amarillo lo sitúa más cerca de lo primero que de lo segundo.

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