Pánico en los cielos
PEDO GIGANTESCO OBLIGA A UN ATERRIZAJE DE EMERGENCIA
El avión, -macho, según puede comprobarse- , maniobrando tras el pedo. Lo blanco de fuera son nubes, no tiene nada que ver |
El pedo se originó en los últimos asientos de la clase
turista
Dos cazas escoltaron al avión en su descenso al aeropuerto
de Rouchester
Un boing de la compañía AirAmerican que hacía la ruta Tornoto-Kentoky
se vió obligado ayer noche a efectuar un
aterrizaje de emergencia cuando un pedo gigantesco y muy oloroso inundó de un hedor
nauseabundo el avión y provocó a la
postre la despresurización de la nave. La bajada automática de las mascarillas provocó
escenas de pánico entre el pasaje, que no sabían cómo ponérselas al no haber atendido nadie las instrucciones de la azafata a pesar del gran empeño que puso para
que la demostración fuera didáctica y amena (la propia azafata fue una de las
que menos se aclaraba con la mascarilla).
-“Sonó un gran “boom” y a continuación una peste
insoportable. Yo llamé a mi mujer para decirle que la quería y que cuidara bien
de los niños…” -ha comentado un pasajero que prefiere guardar el anonimato,
Pedro Parrales, un fontanero de Conéticca de treinta y ocho años que hacía un
viaje de seis días invitado por un cuñado que le había hecho una oferta de
trabajo en principio interesante pero de la que no dejaba de mantenerse un
tanto escéptico.
El pedo se produjo al parecer entre los pasajeros de los
últimos asientos de la clase turista, si bien tal extremo no ha podido ser
confirmado porque ninguno de los pasajeros ha reconocido la autoría. Agentes
del FBI que subieron al aparato una vez tomada tierra y pusieron cara a la pared a los sospechosos,
intentaron identificar al autor del cuesco avisando que el interfecto tendría
la mano colorada, pero la argucia fracasó cuando todos se volvieron raudos a mirársela.
Algunos vecinos de asiento culpan a un tal Fatty Mc Reilly, un gordo pasajero sudoroso
y orondo que no había parado comer salchichas desde que el avión despegó, si
bien la policía cree que es una venganza de sus compañeros de asiento por las
molestias que su envergadura les originaba. A última hora de la noche una
viejecilla confesó ser la protagonista del cuesco, aunque lo dijo tan bajito y era tan menuda que los agentes dudaron de su testimonio y lo achacaron a que la viejecilla era
muy anciana y estaba un poco gilipollas. No obstante su nuera llamó en seguida a una
televisión local para confirmar que los pedos de su suegra eran de campeonato y
que más de una vez habían tenido que abandonar la casa de madrugada y con lo
puesto por culpa de los flatos de la buena señora.
-Se atiborra de ciruelas con el Juego de Tronos, y
luego, claro…
Durante el aterrizaje de emergencia volvieron a producirse
más escenas de pánico y algunos pasajeros que se estaban afeitando se llenaron
la cara de rasguños, como en la película. Como quiera que fuera, el autor del
pedo volvió a descomponerse con las maniobras del aterrizaje y aquello sí que
fue entonces un sin vivir, según testimonios del propio piloto, que a pesar de tener
la cabina cerrada a cal y canto apenas podía maniobrar sobre la pista de aterrizaje
por causa del tufo. El incidente se saldó con tres heridos leves, uno de ellos
por contusiones con un palo de fregona, y veintisiete muertos.
"Le echa la culpa al perro, pero hay días que hay que llamar al servicio de toxicología..." - dice su nuera sobre la presunta autora del cuesco |
El piloto, muy enfadado, ha afirmado que no es la primera
vez que le sucede tal cosa en esa compañía de mierda (sic) y que la culpa la
tiene la comida que se sirve a bordo, llena de frijoles y coles de Bruselas.
-¡Coño, pollo empanado y escarola, como en todos los sitios…!
–afirmaba el comandante, mientras firmaba de mala gana la factura por el desplazamiento de
los cazas.
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